David Cárdenas | 22 de Octubre de 2010 |
A partir de una biografía que sólo da para rellenar un folleto turístico se han montado una película de dos horas de duración, de impecable factura, con posibilidades oscarianas.
En principio, este filme ha confirmado mis sospechas: el éxito de Facebook es una pasada, pero la intrahistoria conocida sobre los tejemanejes para su creación y crecimiento es de lo más corriente en el mundo de los negocios en general, y en el de Internet en particular.
Quién no ha estado cerca de un ‘apropiador de ideas’, a nivel personal y laboral, del que se ha visto con perplejidad el descaro con el que ha hecho suyas tales ocurrencias sesudas.
Y en la red de redes, donde impera la permanente infracción del ‘creative commons’, ese tipo de ‘hurto’ es el pan nuestro de cada día.
Vale, la excepcionalidad en este caso es que aquello que ha salido de lo ‘robado’ se ha convertido en un fenómeno de masas, hiperadictivo, y que el ‘ladrón’, Mark Zuckerberg es un tipo descrito por diversas fuentes (que me temo que no le han mandado nunca una solicitud de amistad) como un gánster cibernético, un inepto, un friki sobrao, y un obseso de las mujeres y el sexo.
Vamos lo han pelado vivo. A él le dará igual seguramente, es el multimillonario más joven del mundo.
Pero para mí su proeza está huérfana de ese grado necesario de esfuerzo personal, superación y sacrificio con el que cuentan las historias de la creación de otras grandes empresas o fenómenos de éxito planetario, que las hace mucho más excepcionales.
Lo de Mark fue ‘chorizar’ a otros el concepto básico de una red social, pegarse unas semanas de sesiones maratonianas de programación y tener la suerte de que lo programado gustase muchísimo en un sector concreto de personas, estudiantes universitarios pijoteros, con el perfil ideal e inquietudes superpropicias para el exitazo de la iniciativa, que hoy cuenta con 500 millones de usuarios.
En resumidas cuentas, que personalmente no considero que todo aquello sea merecedor de una adaptación cinematográfica, salvo por aprovecharse de la circunstancia de que Facebook ya es un fenómeno mundial.
Lo más, quizás, que daría sería para un interesante documental de una hora.
Por eso Fincher no ha centrado la atención de esta película en el lado morboso de la personalidad de Mark, ni en cómo se apropió de la idea de la arrasadora red social, y el proceso de cómo Facebook ha llegado a ser lo que es.
David ha pivotado el filme sobre aquello que le podría dar más juego, la lucha judicial mantenida entre Zuckerberg y su amigo Eduardo Saverin, los gemelos Cameron y Tyler Winklevoss, y Divya Narendra por conseguir el reconocimiento, a nivel de propiedad intelectual, de ser los ideólogos de Facebook.
Que al final también es muy corriente y se reduce a soltar la pasta, la típica historia de género.
Pero como maestro que es, Fincher hipnotiza con una trama legal que, aunque corriente en el fondo, está contada de forma magistral, con carácter sobrio, recurriendo a un excepcional juego de flashbacks que cuentan con ritmo e interés cómo fue ‘el antes y el después’ en la relación de los litigantes. Hay que reconocerle el esfuerzo.
En ese sentido refleja a la perfección la envidia, la traición, la decepción, la pérdida de la amistad por la búsqueda de notoriedad, y tirando para ello de recursos artísticos que me han puesto los pelos de punta (véase la escena de la competición de remo).
Ahí la contribución de Aaron Sorkin ha sido fundamental, adaptando la novela ‘Multimillonarios por accidente’ de Ben Mezrich, con unos diálogos soberbios y cargados de adrenalina (el prólogo de la cinta es electrizante), y una crítica social evidente, a pesar de que le haya dado los tijeretazos necesarios para que el largometraje sea lo más comercial posible.
Aún así no se puede evitar reconocer que la terminología utilizada en tales diálogos les va a sonar a chino mandarían a aquellos que no están familiarizados con la jerga informática en general y en especial con las redes sociales. Superable, porque tampoco este aspecto es tan reiterativo para perderse.
Quizás la manera de reflejar la forma de ser de Mark es algo condescendiente, por eso de no crear enemistades con los poderosos, teniendo en cuenta que, según lo que conocemos, el fundador de Facebook es un capullo integral.
Intenta transmitir el mensaje de que el comportamiento de Zuckerberg, que le llevó a robar la idea de la susodicha red social, es producto de su propia personalidad.
En otras palabras, que pone paños calientes para hacernos creer que sólo se trata de un chaval solitario, que lo único que pretende es ser aceptado en su entorno. Es decir, que nos dé pena de cómo es, especialmente marcado en la escena final de la película, que me ha parecido genial como ejemplo de esto.
En ese sentido, el trabajo de Jesse Eisenberg, interpretando a Zuckerberg, es brutal. Hace que odiemos al personaje, dándonos ganas de darle dos buenas leches. Dicen que su actuación es de Oscar, y puede que sea así.
Aunque las interpretaciones de Andrew Garfield como Eduardo Saverin, al que le veo muy buenas maneras para traernos un buen renovado Spiderman, y la de Justin Timberlake como Sean Parker el creador de Napster, no son menos meritorias. El reparto en general la verdad es otra de las claves del éxito de la película.
Destacar el ‘apaño’ CGI espectacular para representar a los referidos gemelos Winklevoss: es un sólo actor, Armie Hammer. Impresionante, me tragué doblado el efecto, para mí eran dos hermanos reales clavaditos.
En fin, que a pesar de sus vitoreadas excelencias, siento que la historia de Facebook, aún sin terminar de escribirse, no tenga la suficiente chicha para haber sacado de ella algo realmente poderoso para el celuloide, y haber hecho una muesca maestra más en la filmografía de su director. Tiene mejores cintas en su carrera.
A pesar de todo, ‘La red social’ es para mí uno de los filmes del año, marca Fincher.
Meva crítica:
Trobo que la crítica es molt correcte en quan a objectivitat. T'aporta una visió diferent de la pel·lícula i d'una manera més objectiva. És una crítica molt constructiva i didàctica.
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